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«Miedo, deseo y escarabajos: Una exploración neurocientífica en el cine documental»

En su último proyecto cinematográfico, la directora Marina Castiñeiras se adentró en un fascinante mundo donde el miedo, el deseo y los escarabajos se entrelazaron para explorar la relación entre la neurología y la experiencia humana.

El camino desde la idea original hasta el proyecto:
Marina nos contó que el proyecto no surgió con una visión clara desde el principio. Los temas se fueron encontrando entre sí durante el proceso de creación, lo cual resultó fascinante para ella. El cine documental le permitió explorar en la oscuridad y descubrir sorprendentes puntos de encuentro.
La evolución de la primera idea:
La directora recordó que la idea original era completamente distinta a lo que finalmente se convirtió en el proyecto. Solo la primera escena se mantuvo fiel al tratamiento que había escrito. Al comienzo, iba a ser un documental sin diálogo, con mucho trabajo en sonido e imagen. La idea era «torcer las reglas de la realidad» e introducir elementos más surrealistas o fantásticos. Se inspiró en un cuento de Cortázar llamado «Axolote», donde un hombre va todos los días al acuario a ver a un animal y un día se convierte en uno. Aunque no tenía la intención de que alguien se convirtiera en bicho, sí quería jugar con esa posibilidad.
La elección de narrar a través de un documental:
Marina nos explicó que el corto era su proyecto de graduación de la maestría Doc Nomads, un programa de dos años de dirección de documentales creativos en tres ciudades: Lisboa, Budapest y Bruselas. Aunque le interesaba la frontera borrosa entre ficción y documental, tenía un marco sobre el cual trabajar.
Enfrentando el miedo y superándolo:
Nunca fue esa la premisa, según Marina. El miedo fue más bien un detonante narrativo y durante el rodaje se convirtió en un proceso inconsciente. Siempre supo más o menos por qué había tomado esas decisiones, pero de alguna manera necesitaba empezar pensando que el enfoque sería en Sandor, el personaje a quien conoció en el documental. Lo interesante fue fracasar en un intento que quizás era más pretencioso, algo a lo que aspiraba, pero que no necesariamente hablaba de quién era ella o cómo miraba el mundo.
Después del fracaso, tuvo que arremangarse y cuestionarse más. No fue fácil, ya que el miedo era muy real y le parecía ridículo. No se trataba de dejar de sentirlo, sino de explorarlo como a un enemigo, diseccionarlo, descomponerlo en partes para ver si podía al menos reírse de él. Con la cámara en la mano, todo se volvía más fácil. Se convertía en un intermediario seguro, una protección.
La entrada como personaje en el documental fue casi un accidente. En un momento, Marina sintió que era justo, que si alguien le abría las puertas de su tesoro más preciado y de una obsesión difícil de entender y fácil de juzgar, entonces ella también debía entregar algo para poder estar equidistantes. Expuso su vulnerabilidad. Lo que sucedió después fue un encuentro mucho más humano y honesto, según ella.
Momentos de dificultad y belleza en el proyecto:
Cuando Marina se enfrentó al hecho de que la idea inicial no funcionaba, se frustró mucho. Le costaba aceptar la realidad y decir: «esto no funciona, pero mira todo esto, otro que apareció». Esa era la belleza de lo impredecible. Uno de los momentos más bellos que vivió fue cuando vio el material filmado durante la noche. Fue como abrir un regalo de Navidad. Ahí surgió la idea de componer la música basada en sonidos de insectos, gracias al generoso trabajo de su amigo Nicolás Bouchez. También fue hermoso el momento de mostrarle el trabajo a Sandor, a pesar del miedo que sentía. Hablaron mucho sobre el proyecto en sus encuentros, pero era amenazador verse a uno mismo a través de los ojos de otro, especialmente alguien que apenas conocía. Al final, el encuentro resultó muy especial y a ambos les encantó.

El proyecto de Marina Castiñeiras, con su valiente exploración del miedo, el deseo y los escarabajos desde la neurología, nos muestra la importancia de adentrarse en lo desconocido y cuestionar nuestras propias barreras. Su documental nos invita a reflexionar sobre la vulnerabilidad humana y la belleza que puede surgir de los fracasos y los encuentros inesperados.